sábado, 4 de abril de 2020

Cotidianidad robada



Hoy, que se nos aconseja que nos hablemos a la distancia adecuada.
Que se nos dice por nuestro bien, que debemos de suspender nuestros besos y abrazos.

Hoy, que nuestra vida de calle ha quedado confinada, y los pasillos de casa son nuestros paseos de playa, nuestros sofás se convierten en bancos de coloridos jardines, y los balcones y ventanas, pasan a ser miradores de alta montaña con paisajes imaginarios.

Hoy, que aprendemos a soportar la realidad de unas calles vacías. Nuestra cotidianidad robada. Y apenas llegar a entender de cuando en cuando el silencio roto por un sonido de sirenas, o ese aplauso entre la gratitud y el miedo, de cada tarde, cuando nuestros relojes marcan las ocho.

Acaso todo sea producto de un mal sueño, del que la naturaleza misma que hemos ido creando, aún no nos permita despertar.








No hay comentarios:

Publicar un comentario