Hay algo que no está a tanta distancia como tú crees, y a lo que siempre puedes aspirar sin tener que viajar demasiado lejos, para llegar a ser feliz desde tus sentimientos.
Los momentos que vivimos siempre tienen ese algo especial que distinguen cada una de nuestras emociones, y, a menudo, nos hacen movernos en ese mundo imperfecto, entre los deseos cumplidos, los sueños anhelados, y las realidades encontradas que a todos nos toca vivir.
En cada cita cotidiana con la vida que nos rodea, siempre existen formas diferentes a la hora de entender, digerir, y disfrutar, de todo aquello con lo que día a día se nos pone a prueba.
Se nos indican alternativas y caminos para conseguir lo que queremos, y se especula con el limite estricto de lo fijado para cada momento, advirtiéndonos los pros y los contras con el plazo de los años establecidos, para optar al espacio que la sociedad nos tiene reservado, en busca de una supuesta y prometida felicidad.
Siempre he creído que a veces hay gente, que por correr demasiado, se pierden gran parte de la belleza y los placeres más simples, que sus vidas cercanas le ofrecen.
Y aunque personalmente, pienso que el tiempo es ese amigo invisible y despreocupado que nada tiene que ver con nosotros. Entiendo que sea una razón más que suficiente para el convencimiento de muchos de ellos, que no consiguiendo ignorarlo a lo largo de sus competitivas y estresantes vidas.
No aprecien esas pequeñas cosas tan entrañables que le sonríen, en su invisible, y humano alrededor.
Siempre hay una sonrisa que descubrir por muy difuso que sea el mundo que nos rodea.
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