domingo, 15 de febrero de 2015

una boda, siempre es cosa de dos




Dicen, que la verdadera enseñanza nace con la experiencia.

Llegar a comprender ciertos sentimientos personales, después de veintisiete años compartiendo sus ilusiones, también. 

Siempre me ha parecido apreciar en dicha experiencia, un antes y un después en dos etapas diferentes, a la de dicho acontecimiento personal:

Los días que preceden a la celebración. Y las fechas posteriores cuando los nervios ya pasan a ser pasado.

Al principio, todo son pequeños quebraderos de cabeza que no te permiten actuar con total claridad en tu vida cotidiana.
Los distintos momentos vividos a la hora de empezar con los preparativos, y los mil consejos que te llegan de todas partes, debilitan en cierto modo tu personalidad.

Todo gira y gira en torno a una serie de consentimientos adquiridos, donde dos voluntades intentan conseguir la boda soñada. 

Son esos momentos vividos donde todo languidece sin darnos cuenta, y nos volvemos un poco más franqueables a poco que nos ofrezcan la sonrisa deseada, por grande que sea la inquietud del momento, o mágico, el siguiente capitulo a vivir.

Por lo general. Ya nada es como antes.
Las costumbres han cambiado.

Y aunque las nuevas tendencias sigan conduciendo al mismo lugar de siempre a la hora de elegir el día soñado.
Todo se vende con una mayor puesta en escena, y al ritmo indeseable de la feroz competición.







Para cuando llegue este momento en vuestras vidas... 








 Os deseo la mejor elección a la hora de apostar por vuestra felicidad...




Y el mejor de los recuerdos.


 


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