jueves, 9 de enero de 2014
dicen que todo cambia con el tiempo
Antes, salir a la calle, era como una joven y divertida aventura de verano.
Ahora; no sé cuanto más durará este crudo invierno social que estamos atravesando; pero me preocupa ver a la gente cada día caminando presurosos y cabizbajos por las calles; incluso algunos de ellos, sin tener a donde ir.
Me entristece verlos con excesiva tensión en sus miradas dirigiéndose a sus casas, como queriéndose poner a salvo de la inquietud que les provocan sus difíciles y mal llevados pensamientos, dada la responsabilidad educacional de los suyos, y la manutención familiar que les atañe.
Me apena ver unas aceras cada vez más vacías de vida recién caída la tarde, y la inseguridad en sus pasos titubeantes, que por momentos entiendo, ellos puedan ver también en mi.
Me duele tener que soportar tanto vacío e impotencia por las cosas injustas que nos están imponiendo con descaro, interrumpidas tan solo, por esas pequeñas y humanas alegrías que nos llegan de cuando en cuando.
Tan siquiera estamos seguros cuando nos vence el sueño cada una de nuestras noches.
Qué nuevos tiempos. Y cuantas más sorpresas indecentes de una clase distinguida que nos comprende y nos consuela.
Nos traerá cada nuevo amanecer.
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