Sin darnos cuenta.
El paso del tiempo nos cambia como por arte de magia.
De niñ@s todo nos parece enormemente bello, y hasta las cosas más simples, son pequeñas tentaciones que nos hacen acariciar lo desconocido, como algo nuevo por descubrir, conocer, y comprender.
Los increíbles pensamientos y las fantasías de entonces, son sustituidos por una oferta variada entre la inocencia y la demanda en un mundo lleno de diferentes realidades, donde la competencia es un pulso entre falsas inteligencias. Y la justicia. Suele ser presa de libres mercados.
Lo más triste de hacernos adultos.
Son esas sensaciones humanas y dulces de nuestra infancia, de las que jamás deberíamos de desprendernos, y solemos abandonar en nuestro pasado .
Y a veces, aún peor.
Conseguimos olvidar.
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