domingo, 29 de diciembre de 2013

por qué cambiar nuestras formas de jugar siendo mayores









Cuando somos niños, nos enseñan a vivir, allá por donde quiera que vamos.
Desde nuestras casas, con el cariño de nuestros padres. 
En el colegio, con profesores y amigos. 
En el deporte, con nuestros entrenadores y compañeros. 
En el baile de la vida, palpando los latidos de la calle con sensaciones y aromas muy diferentes, al ritmo de los latidos de nuestro corazón.

A menudo; casi sin darnos cuenta del riesgo de esa transformación que nos hace convertirnos en adultos. 
Accedemos al misterio de la vida por puertas muy diferentes. 

Adquirimos el sentido añadido de nuestros valores, o mostramos nuestras garras defendiendo ocultos intereses, debatiéndonos en pensamientos, entre la honradez del  niño al que abandonamos para siempre, o cediendo, ante ese YO maldito, que nos convierte en una mezcla de doble cara.
Entre el éxito y el fracaso. 
Aparcando nuestra inocencia infantil en zonas reservadas al lujo restringido de unos pocos. A los que suelen importarles muy poco o nada.  La vida de los... "¿De más?".






Como todo en este mundo. Con cada uno de los actos de tu día.



 

"Tú eliges, cuales son tus valores".



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